Lo sexual, lo político, lo simbólico. El Fiord

Por Matías Katz

Un ring como espacio de disputa de boxeo, un ring como espacio de disputa de ideas, un ring como espacio de disputa simbólica. Así de esta forma podríamos señalar una de las dos tríadas que trabaja Silvio Lang en la dirección de la puesta El Fiord, cuento de autoría del escritor argentino Osvaldo Lanborghini.

La segunda tríada de esta ópera con libreto de Ignacio Bartolone, podríamos señalarla entre un discurso sexual, un discurso político y un discurso sobre la religión; y mas precisamente sobre los símbolos del catolicismo. Entonces de esta manera el director de la puesta realiza una revisión del texto original acerca de “lo político” en todas sus esferas.

Pero centrándonos específicamente en la historia que cuenta esta ópera vemos, en una especie de analogía con ciertas  reminiscencias a distintos gobiernos argentinos en el siglo pasado, sean dictaduras o gobiernos democráticos, unos personajes que son entre extravagantes, efusivos y hasta barrocos; está  El Loco Rodríguez (Víctor Torres), la mujer del Fiord (Johanna Pizani), Carla Greta Terón (Sol Fernandez López), Sebas (Julián Cabrera), Alcira Fafó (Florencia Bergallo) y Atilio Tancredo Vacán (Eddy García),  personajes que expresan discursos y posturas ideológicas diferentes. Es que en definitiva en la ópera se pueden ver las contradicciones propias de la escena política del siglo XX y su actualización en la coyuntura actual siempre contraponiendo dos discursos. En este sentido, se puede pensar que el mejor teatro político es aquel que problematiza y pone en cuestión las propias ideas políticas de los creadores, y no aquel que contrapone dos discursos, como si la realidad fuera la mera existencia de dos discursos políticos. En algún punto, en el transcurso del siglo XX el arte fue mutando hacia propuestas mas complejas y dejó atrás al realismo soviético.

Pero retomemos a la puesta en sí, ya que tiene varios elementos de análisis muy interesantes y de los cuales se podría hacer de cada uno un pensamiento con mayor profundidad de la que abordaremos en esta crítica. Para empezar es de destacar muchísimo la escenografía, realizada por Leonardo Ceolin, y la iluminación, hecha por David Seldes, al estilo pop con luces de neon de colores muy llamativos, y un especie de cuadrilátero con columnas de metal y unas telas rojas que cuelgan en tensión, que realmente traen imágenes de algunos films como  alguna de las últimas de Batman filmadas por el director Christopher Nolan. O también podemos pensar en la estética de la puesta de varios shows de Maddona. En ese sentido la caracterización de los personajes va en la línea mencionada. Por ejemplo el Fiord tiene un maquillaje en su rostro que nos hace acordar al guasón; pero la estética del vestuario del narrador, o de alguno de los demás personajes nos hace acordar a Maddona.

Uno de los puntos mas interesantes de esta ópera, será justamente parte de lo mas controvertido de la misma, y es el texto. Realmente el texto tiene varios momentos de alto vuelo y de mucha transgresión hacia la misma política argentina y occidental, si se quiere ir más allá. Incluso, en varios momentos se critica a la Confederación General del Trabajo (CGT), la mayor central de trabajadores de la Argentina. Pero también se pone en cuestión la idea de la no ideología de la política. Allí vemos como uno de los personajes, casi de forma explícita dice que él habla de política desde otro lugar de la política, haciéndonos acordar a Bertolt Brecht y su crítica al ciudadano “apolítico”.

Otro punto destacable de la ópera es, por un lado traer a la actualidad como un valor aquel discurso del autor del texto original, Lamborghini, diciendo: “me volví loco, homosexual, marxista drogadicto y alcohólico”. Y eso (re)valorizándolo en una idea actual, la idea del Posporno como un discurso político, sexual y simbólico que hasta hace no mucho estaba en los márgenes, y que poco a poco, y de distintas maneras fue entrando en el discurso público sobre nuevas formas de la sexualidad.

Podríamos profundizar en cada arista de esta ópera mucho mas, pero esto no pretende ser un trabajo académico. Por lo tanto nos limitaremos, como último punto a destacar, una vez mas, otro de los aspectos de esta ópera. Y ¿por qué pensamos que el narrador es en sí un aspecto por separado? Porque vale la pena destacar el trabajo actoral de Hernán Franco. Ya lo vimos en Othello de Chamé Buendía con apariciones realmente excelentes, y en El Fiord no es la excepción. Es que él es quien conduce los hilos de la obra manejando muy bien el texto, pero también como trabaja su cuerpo en relación a su vestuario y a la propuesta de la obra misma. Y volvemos a destacar el trabajo de Endi Ruiz sobre el vestuario de la obra.

Para finalizar, Mencionamos el trabajo de MusicaQuantica, Voces de cámara de la ópera y la música con dirección de Juan Miceli, que en todo momento es como si fueran por separado de lo que sucede en el escenario. Como si la parte musical de la ópera fuera lo apolíneo, y en la parte actoral estuviera depositado todo lo dionisíaco de esta puesta.

Deseamos que esta ópera se reponga luego del Festival Nueva Ópera Buenos Aires, ya que tiene un trabajo muy interesante en varios aspectos, como ya hemos mencionado, y siempre sabiendo que cuanto mas se complejizan los discursos y las operaciones, y cuanto mas, el artista/director, es fiel consigo mismo y con lo que quiere contar, la propuesta se vuelve mas interesante.

 

Imágenes:Leo Balistrieri ImágenesFIORD 2FIORD 3

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