Bien al sur

Por Martina Szajowicz

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«Cuando los elefantes luchan, la hierba es la que sufre» refrán popular de la República Democrática del Congo refiriéndose de  manera sencilla y poética a que mientras los poderosos se confrontan por obtener mayores beneficios, los débiles son los que realmente padecen. Adicionalmente, es el título que le colocó Hugo Aveta a su obra presentada en el Museo Histórico Nacional dentro del marco de BIENALSUR (Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de América del Sur).

Desde el mes de Septiembre hasta Diciembre del corriente año, más de 32 ciudades de los 5 continentes disfrutarán de esta bienal que tiene como objetivo principal el borramiento de los límites tanto temporales como espaciales a partir de la muestra simultánea de las distintas exhibiciones y eventos que se están sucediendo. Gracias al uso aplicado de la tecnología que interconecta a las distintas sedes distribuidas en todo el mundo, el espectador puede sentirse dentro de una trama cultural ampliada y moderna. Trazando una cartografía propia, la BIENALSUR, creó un territorio que tiene como punto de partida la Ciudad de Buenos Aires, específicamente el Antiguo Hotel de Inmigrantes de MUNTREF, su organizador. Este mapa trabaja con cinco grandes ejes: Curadurías BIENALSUR, Colección de Colecciones, Acciones en el Espacio Urbano, Arte en las Fronteras y Arte y Acción Social; los cuales van a funcionar de distintas maneras según ejecutor, espacio y propuesta tanto artística como curatorial. Podríamos decir que se trata de una mega exposición que recorre el mundo de manera horizontal y simultánea, teniendo en cuenta que su gestor se encuentra en el sur.

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El Museo Nacional de Bellas Artes está en el Km 2,9 de la Bienal. En la institución está interferencias donde se entremezclan obras de la colección permanente con algunas del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Ginebra, las cuales saltan al ojo de forma instantánea, sobre todo porque las últimas no se condicen con el estilo propio de la sala en la que se presentan o, directamente, cambian la circulación del espacio de la misma. Un ejemplo de este caso, es la intervención de Robert Filliou compuesta por 16.000 dados de distintos tamaños y colores, éstos dificultan recorrer uno de los salones del Barroco con naturalidad generando que reflexionemos sobre la espacialidad. Sin embargo, no es la única obra de BIENALSUR que contiene el museo: se encuentra la instalación de Christian Boltanski Misterios (2017) y La Traversée de la vie (2015). Se halla en el segundo piso de la institución y, a diferencia de las Interferencias, somos avisados y prevenidos de su presencia. Un cartel en la entrada nos indica que estamos por ingresar en la obra de Boltanski, pero antes de llegar a ella debemos atravesar La Traversée de la vie (2015).  En un pasillo se presentan distintos paneles de tela traslúcida colgantes donde están impresas unas fotografías de posguerra de una familia anónima las cuales ocupan casi todo el pasillo por eso está permitido tocarla o meterse dentro de ellas, introduciéndonos observamos a esta familia con mayor claridad. Sin embargo, la iluminación es tenue ya que solamente una lámpara dentro de cada espacio creado por las telas nos ilumina y sobre cada una de las aperturas hay dos carteles lumínicos con las palabras «arrivee» y «llegada», pero es gracias a estas que se permite crear una atmósfera de calidez familiar y, al mismo tiempo, una frialdad de un tiempo que ya no existe. A pesar de encontrarse en el espacio de entrada hacia la próxima instalación, no existe conexión entre esta y Misterios, por lo tanto la propia espacialidad de la sala nos confunde y nos hace pensar que la primera funciona como preámbulo de la segunda instalación. En esta se presentan proyecciones de distintos sectores de la naturaleza vacía, nuestra Patagonia, ambientados con papeles en el suelo y sonido que nos transportan hasta esos lugares, sin embargo, la naturaleza fue sustraída por completo de su medio natural. Intenta trasmitirnos un mensaje similar que La Traversée de la Vie, crear nuevos espacios con otros que ya no existen, que sólo viven en la memoria colectiva o ni siquiera eso, sólo en las fotografías.

En el KM 4,4 se encuentra el trabajo realizado por Hugo Aveta, artista cordobés nacido en 1965, quien interviene parte del Museo Histórico Nacional rompiendo la temporalidad que presenta  con un video instalación donde se presentan los restos matéricos de un hombre de arcilla que el propio artista construyó y destruyó titulada «Cuando los elefantes lucha…». Varios hechos se suceden al mismo tiempo, la observación del objeto en sí mismo, un hombre rapeándole al hombre de arcilla y que luego destruirá. Vemos el acto y su resultado, todo en un mismo ambiente, creando una ruptura temporal que podemos seguir viendo reflejada entre esta obra contemporánea y la colección del museo en sí mismo. El cuerpo es el que recibe todas las fatalidades, funcionando como «un trágico símbolo de una sociedad en caída libre, en decadencia, enferma con metástasis por todas partes del planeta» según las palabras del propio Hugo Aveta. Por lo tanto, acompañarlo con el refrán de la Repúblico del Congo es sumamente pertinente, porque el cuerpo funciona como el representante de todas las fatalidades tanto naturales, políticas, sociales a la que el hombre se ve sometido.

Es posible disfrutar de BIENALSUR en la mayor parte de los espacios artísticos y por fuera de ellos también, como es el caso del Palais de Glace que fue intervenido por el francés Bertrand Ivanoff y la fachada del Centro cultural Recoleta que la artista Regina Silveira Touch trabajó. Entonces, podríamos decir que la ciudad de Buenos Aires es una mega intervención artística, o por lo menos lo será hasta Diciembre.

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