Por Paola Olari Ugrotte
La Fotografía deber ser el arte que más veces tuvo sentencia de muerte. Con la aparición del color, y luego de la tecnología digital, se fue anunciando el fin en cada momento.
Los agoreros de siempre, muertos de miedo por la posibilidad de perder sus estamentos, rechazan incesantemente cada novedad en el rubro. Sin incluirlo en esta calificación por la enormidad de su trabajo, el mismísimo Salgado proclamó el apocalipsis pero se hizo una cuenta que se llama @sebastiao_salgado_photopgraphs y luego admitió que no era tan así la crisis.
El tiempo pasa, las cosas se acomodan y el camino inevitable a la popularización de los instrumentos sigue su marcha. Del armatoste a la cámara portátil, barata y liviana no pasaron muchos años.
En la actualidad el acceso a las imágenes es llanamente irrestricto.
Todxs podemos tener nuestra foto y aunque el “ph” no es un departamento aparece en todo tipo de publicaciones, como esos títulos que otorga la universidad de la calle.
Entonces nos parece irreal la costumbre de sentarnos en familia a compartir los álbumes familiares. Ahora tenemos un álbum de la humanidad, que podemos ver cuando se nos cante y en donde nos agarren las ganas e incluso compartir con un link instantáneo.
Instagram vino a resolver la cuestión de la ansiedad en tiempos de inmediatez. Al tratarse de fotografías parece haber aprendido a manejar dos variables fundamentales al momento de capturar un instante: profundidad y velocidad. Poca información sobre el contenido y rápida visibilidad para pasar a otra imagen.
La aplicación se pensó en esa línea, para tener literalmente a la mano, porque dificulta la carga de imágenes desde un aparato que no sea un teléfono móvil invitando entonces a que las fotos sean producidas directamente con ese dispositivo.
Aún así lxs “igers” se las ingenian y también muchxs profesionales muestran su trabajo con cámaras fotográficas como una galería a pantalla abierta. Artistas de la talla de @pedro_meyer y @jorgesaenz lo utilizan lúdicamente, como un nuevo espacio de creación. En otro sentido, las principales agencias @gettyimages @ap.images y @magnumphotos muestran las coberturas de lxs mejores fotógrafxs de sus staffs o realizan continuas restrospectivas como ocurre con @life o @icp.
Las galerías virtuales y la propuesta de “explorar” como dos de los mejores conceptos jamás inventados nos pueden llevar a una adicción interesante. Así se puede descubrir la mirada de una persona que nunca conoceremos personalmente, de situaciones imposibles, de lugares increíbles, del otro lado del mundo y de nuestra realidad cotidiana.
Es que Instagram logra que lo cotidiano se vuelva mágico. Una vez más interviene una idea muy fotográfica: los filtros. Con una variada propuesta incorporada a la aplicación y otras tantas que pueden agregarse con programas de proceso de imágenes, como VSCO, se puede convertir una toma común en una obra de arte con posibilidades de ser expuesta en Nueva York.
De hecho esa idea se le ocurrió a Richard Prince, quien se apropió de fotos ajenas, publicadas en Instagram y se ganó una buena suma y muchxs enemigxs.
Volviendo a las características principales de Instagram tenemos nuevamente dos variables técnicas: distancia y enfoque. Todo está cerca, al alcance de un click, pero necesitamos enfocarnos para elegir un menú de nuestro gusto en ese restaurant de delicias visuales para no llenarnos enseguida los ojos y refinar el paladar de nuestra visión.
Al igual que otras redes sociales la aplicación de la camarita detecta nuestras preferencias y nos propone en base a nuestros likes, las personas que seguimos o las que son seguidas por éstas. Si buscamos gatitos, tendremos gatitos. Pero lo mismo ocurre cuando preferimos determinado tipo de fotografía, las sugerencias serán cada vez más precisas. Los algoritmos casi nunca fallan, aunque siempre hay algo de espacio para el azar y ahí está la verdadera ventaja.
Si nos gusta el minimalismo empezamos a seguir a @andys_eyes y en algún momento nos aparecerán fotos de @natalie_santafe, o del argentino @hernanmat en la exploración. Si lo nuestro es la fotografía callejera podemos buscarla con ese hashtag (el # como motor de búsqueda antes de cualquier palabra) y encontraremos no solo veloces ojos como los de @vineet_vohra, @tavepong_street, @ilanburla y @juliacoddington sino también interesantes cuentas que reúnen la mejor #streetphotography del planeta como @life_is_street , @ourstreets y @streetphotographyinternational.
Los retratistas tienen en este espacio un lugar privilegiado para exponer sus colecciones. Los bellos rostros de los viajes de @mattia_passarini conviven con las crudas caras curtidas de @lee_jeffries, solo por presentarles a un par de especímenes.
Hay otras categorías, absolutamente arbitrarias, que podría establecer para contarles de que se trata esta estimulación constante instagramática, pero puedo resumir recomendando seguir algunas cuentas que actúan como editorxs. Eligen lo mejor y te lo ordenan armónicamente. Así pueden interesarles: @featureshoots, @lifeframer, @lensculture, @outofthephone, @theindependentphoto, @rentalmag, @labellalibertad y @lenteoscura (que paso como chivo ya que estamos porque también abunda la publicidad escondida en forma de publicación en esta aplicación).
Los dejo entonces con la aventura por delante, con la paciencia preparada y la curiosidad infinita. Conviene no temerle a lo que aún no conocemos porque nunca sabremos si nos estamos perdiendo de una gran oportunidad y más allá del hartazgo de la abundancia de imágenes podemos agudizar nuestra mirada y entretenernos un buen rato.
By Ilan Burla By Lee Jeffries
By Life By life-is-street
By Jorge Saenz 
By The Independent Photographer
By catloversclub
Encuentro de Espectadores Revista de Arte y Cultura 